Claudio Monteverdi Madrigali querrieri et amorosi
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Tras un largo silencio de diecinueve años llegó, por fin, el logro del Octavo Libro de madrigales guerreros y amorosos, en el que figuran páginas a veces muy anteriores (por ejemplo, el Ballo delle Ingrate) y en el que presente y futuro se funden en una síntesis maravillosa. Este Octavo Libro, resumen del saber monteverdiano, a la altura de las grandes óperas venecianas que vendrán a continuación (El regreso de Ulises a su patria y La coronación de Popea) y de la Selva morale et spirituale de 1640, en el apartado de música religiosa, es un inventario y un cuestionamiento de todas las formas de canto nacidas del estilo moderno a comienzos del siglo (del recitativo a los grandes coros concertantes, divididos entre el contrapunto y la declamación homofónica). Lo que no impide a su autor hacer, en pleno derroche melódico de monodias acompañadas, como un acto de memoria enfrentando los ideales de un modo de componer vuelto, por así decir, hacia el pasado (la escritura polifónica vestida según el gusto del día) y los afectos de la sensibilidad contemporánea. Un trabajo de comparación que es también el fruto de una reflexión distanciada sobre el acto de la modernidad en música y que hace de esta colección el “escaparate” de un arte inaudito, anclado en el siglo (hasta el punto de hacerse eco de la ópera del momento) y, al mismo tiempo, representativo de un patrimonio estilizado, eternizado.